lunes, 16 de febrero de 2009

Medida elemental anticrisis: saber cuanto cuesta y vale un euro

Nunca es tarde si la dicha es buena, reza el refranero. Y me apoyo en este principio casi fundamental, con mayor o menor movimiento, para seguir reclamando que, ya que no es políticamente correcto que vuelva la peseta, al menos sea obligatorio el uso de los céntimos de euro para los precios de todos aquellos productos de consumo diario, tanto de alimentación en mercados, supermercados y tiendas diversas como los de más o menos ocio o necesidad, como los que hallamos en las cafetería, kioskos, cines, teatros..y todo ese largo etcétera que manejamos sin darnos cuenta. Y como muestra un botón, en carne propia:

Un miniperrito, de los que se venden en los kioskos al módico precio de 2, DOS, euros, se convierte en algo excesivamente caro cuando pones sobre la mesa los ahorros de una niña de siete años traducidos a monedas de 5,10, y 20 céntimos. En ese momento renuncia a la compra porque para ello necesita gastar casi todos sus ahorros, algo insoportable. Mientras que si tomas un par de monedas de euro o alguna más de 50 céntimos, cree que la cosa es mucho menos grave. Vamos, que no es para tanto.

Repito: para mañana es tarde. Los mencionados precios deberían figurar en céntimos de euro. Y aunque parezca una tontería, el haber pasado de manejar la devaluada peseta ( o los céntimos de euro) al EURO-forte, ha sido una de las peores medidas que tomó el Partido Popular con las bendiciones de la muy ladina Leal Oposición. Porque cualquier cosa que cueste 60 céntimos de euro o 100 pesetas es algo a considerar. Pero si manejamos el conceto de 0,60 euros, ¡puaff!, en ese momento hemos tirado por los suelos toda la teoría económica personal e intransferible; la de andar por casa. ¡Eso no vale ná!. ¡Será por dinero!. Y así nos va, claro.

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